viernes, 1 de julio de 2016

Delicadeza en la Confesión (II)


Poco dolor tiene de sus culpas, o ninguno, el que aun para decirlas y declararlas a su confesor no tiene virtud: esa vergüenza y afrenta ha de ofrecer uno en recompensa y satisfacción de la culpa que ha cometido, para aplacar con eso a Dios nuestro Señor. 


Solo el sentir repugnancia y dificultad en decir la culpa había de bastar para tenerse uno por sospechoso, y entender que conviene decirla, aunque no hubiese mas en ello que vencer esa repugnancia y mortificarse, y que no salga la carne ni el demonio con la suya.

(P. Alonso Rodríguez, Ejercicio de Perfección y virtudes cristianas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario