miércoles, 25 de noviembre de 2015

Tanta fuerza como un ejército en marcha. Santa Teresa de Jesús (XXIII)

Duras son las palabras del P. Alonso de Maldonado, un franciscano con el rostro curtido por el viento y las sales marinas, al regresar de las Indias:

-      Millones de almas se pierden en aquellas tierras, pues la espada del conquistador no siempre abre el camino a la Cruz de Cristo.

Teresa sueña con capitanear legiones… y luego llora. ¿Acaso no puede hacer otra cosa que llorar? No, “no pensemos que está todo hecho en llorando mucho, sin que echemos mano del obrar mucho”.

Lo primero, rezar. La oración puede ser lucha, el silencio fortaleza, la mortificación táctica; un alma centrada en Dios despliega tanta fuerza como un ejército en marcha, y unas cuantas mujeres silenciosas, quitas bajo su negro velo, pueden luchar por la paz del mundo haciendo de todos sus pensamientos, de todas sus renuncias, actos heroicos.

Teresa se da cuenta de que sólo ahora, cuando su corazón es capaz de amar a todos los hombres, de abarcar el universo entero, ama verdaderamente a Dios. Daría su vida por salvar al más miserable de los hombres, porque “quien no le amare, no os ama, Señor”.


(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).


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