Hace uno de buena gana lo que de ningún modo
quisiera hacer, porque se hace de muy buena gana lo que sabe uno que es la
voluntad de Dios; y no hay duda que Dios saca mucha gloria de ver que cuando
las dos voluntades chocan, es la suya la que prevalece porque la otra cede
libremente; y si nuestra voluntad cede siempre, estamos dando a Dios gloria
constantemente.
Por eso siempre que me sobreviene algún
contratiempo y me quiero impacientar, me sale al paso la consideración de no
perder el tiempo haciendo ahora lo que luego tengo que deshacer
arrepintiéndome; y las quejas e impaciencias interiores, por calladas y sordas
que sean, a mí me parecen un género de blasfemia en almas consagradas por
entero al servicio de Dios como somos, entre otros, todos los misioneros.
(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo
Polar)
No hay comentarios:
Publicar un comentario