viernes, 6 de noviembre de 2015

Ansias de reforma. Santa Teresa de Jesús (XIX)

Teresa sueña con lo que fue la Orden de Nuestra Señora antes de que el Papa Eugenio IV cediera a la miseria de los tiempos y mitigara los rigores de la regla primitiva, haciendo así de unos carmelos que habían sido fortalezas de oración y penitencia, píos hogares de retiro para hombres o mujeres solos.

Tales reflexiones espolean a Teresa, son ahora el tema principal de sus conversaciones:

-      El Dios Eterno no se hallaba en el viento impetuoso, ni en el temblor de tierra, ni en el fuego, sino en un suave y ligero murmullo, con el que habló a Elías… ¿Creéis que aquí es posible escuchar ese murmullo suave y ligero? No hay quien pare en este monasterio, somos demasiadas…

Fue su sobrina María de Ocampo la primera en intervenir:

-      ¿Y por qué no nos vamos y hacemos una vida solitaria como la de los ermitaños?

Era tanto como  responder al deseo de la carmelita, ansiosa de hacer algo. “Mas yo, por otra parte, como tenía tan grandísimo contento en la celda en la que estaba, hecha muy a mi propósito, todavía me detenía”. Pero no era ella la que tenía que escoger, sino Dios. “Con todo, concertamos encomendarlo mucho a Dios”.


(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).


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