jueves, 4 de junio de 2020

¡Hombres!


Sí, Citeaux necesitaba hombres, hombres de verdad, pues solo los de cuerpo y espíritu bien templados serían capaces de quedarse a vivir la vida que allí se llevaba. El pequeño monasterio, con sus pantanos, era un mundo muy duro, en el cual no había sitio para los afeminados ni para los inútiles. Era un mundo que exigía pasión, pero rechazaba los sentimentalismos. Un mundo que desafiaba a los hombres valerosos y abnegados, exigiéndoles más valor y más abnegación a cada hora. El abad sabía bien que el hombre varonil puede alcanzar el más alto grado de virtud y con su fortaleza llegar hasta la gigantesca santidad. 


(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

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