jueves, 30 de marzo de 2017

Entrega a la voluntad del Padre, a imitación del Hijo


El mismo texto de la carta a los Hebreos, texto inspirado, explica: «Dice primero: "Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te agradaron" —cosas todas ofrecidas conforme a la Ley—; luego añade: "He aquí que vengo a hacer tu voluntad"» (Hb 10, 8-9). Estas palabras del Salmo, que la carta a los Hebreos ve expresadas en el diálogo intratrinitario, son palabras del Hijo que dice al Padre: «He aquí que vengo a hacer tu voluntad». Así se realiza la Encarnación: «He aquí que vengo a hacer tu voluntad». El Señor nos implica en sus palabras, que se convierten en nuestras: «He aquí que vengo, con el Señor, con el Hijo, a hacer tu voluntad».


De este modo se delinea con claridad el camino de vuestra santificación: la adhesión oblativa al plan salvífico manifestado en la Palabra revelada, la solidaridad con la historia, la búsqueda de la voluntad del Señor inscrita en las vicisitudes humanas gobernadas por su providencia. Y, al mismo tiempo, se descubren los caracteres de la misión secular: el testimonio de las virtudes humanas, como "la justicia, la paz y el gozo" (Rm 14, 17), la "conducta ejemplar" de la que habla san Pedro en su primera carta (cf. 1 P 2, 12), haciéndose eco de las palabras del Maestro: «Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5, 16). 

(Discurso en el 60º aniversiario de la Provida Mater Ecclesia el 7 defebrero de 2007, S.S. Benedicto XVI)

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