viernes, 17 de marzo de 2017

El misionero… imprescindible. P. Segundo Llorente (XXVI)


Con cuarenta villorios –de tres y cuatro chozas la mayoría- apartados unos de otros por distancias fenomenales, ¿qué otra cosa puede hacerse sino visitarlos en riesgosísimas excursiones en trineo? Con un promedio de tres visitas anuales a cada aldea se logra en parte que nadie muera sin bautismo, y que los adultos mueran con los sacramentos relativamente recientes y con instrucciones concernientes al acto de contrición y a los principales artículos de la fe.


Sin los misioneros, el distrito estaría envuelto en nubes espesas de supersticiones, hechicerías, ignorancia y paganismo. Gracias a los misioneros el distrito es oficialmente católico, y se celebra la Santa Misa en todo él, y se reciben con devoción los sacramentos; es decir, que plantamos y regamos, confiados en que Dios ha de dar el incremento.

Salta a la vista que este modo de evangelizar deja mucho que desear, pero es el mejor que hemos descubierto hasta ahora. En la práctica la tundra y las realidades del territorio imponen las limitaciones que Dios ha querido poner aún al más entusiasta de los misioneros.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

No hay comentarios:

Publicar un comentario