jueves, 23 de febrero de 2017

Lo que pudisteis haber sido…


- Vos deberíais suspirar por lo que pudisteis haber sido. En Citeaux solo veo el entierro de vuestro talento, me pregunto qué dirá el Amo de la casa cuando os ajuste las cuentas.

Esteban sonrío:

- Habláis lo mismo que un duendecillo que solía visitarme a diario durante mis primeros días de estancia aquí. A diario me decía eso que vos decís ahora, Pedro. Os aseguro que citaba las Escrituras con asombrosa exactitud y llegaba a asustarme con la parábola de los talentos. ¿Sabéis cómo se llamaba ese duendecillo?

- No.

- Satanás –dijo Estaban con una carcajada-. Debo deciros, Pedro, que me probó muchas veces con esa misma tentación, encubierta con palabras idénticas a las que acabáis de pronunciar.


- ¡Ay, Esteban…! ¡El mundo se está riendo de vos!

- ¡No sabéis cuánto me alegra divertirle! –repuso el abad en tono ligero- Sé de otro Hombre que de quien el mundo se burló hasta el desprecio y precisamente después de realizar un milagro. Tal vez sepáis de Quien hablo…

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond).

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