sábado, 5 de noviembre de 2016

Avisos para conservar la castidad (I). San Francisco de Sales


Seas extremadamente pronta en alejarte de todos los senderos y de todos los incentivos de la impureza, porque este mal obra insensiblemente, Y, de comienzos muy insignificantes, va a parar a grandes catástrofes; siempre es más fácil huir que curarse. Los cuerpos humanos son corno los vasos de cristal, que no se pueden llevar de manera que froten los unos con los otros, sin peligro de que se rompan, y como la fruta, que, por entera y sazonada que esté, se avería, si toca la una con la otra. La misma agua, por fresca que sea dentro de un vaso, no puede conservar la frescura durante mucho tiempo, si es tocada por algún animal de la tierra. 



No permitas jamás, Filotea, que nadie te toque, ni para bromear ni para acariciarte, porque, aunque, por casualidad, se pudiera conservar la castidad en medio de estas acciones, antes ligeras que maliciosas, no obstante, la frescura y la flor de la castidad reciben de ellas detrimento y pérdida; pero dejarse tocar deshonestamente es la ruina completa de la castidad. 

(S. Francisco de Sales, Introducción a la vida devota)

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