martes, 31 de mayo de 2016

Necesidad de cuidar los detalles pequeños


El que menosprecia las cosas poco a poco vendrá a caer en las grandes, nos avisa el libro del Eclesiastés, pero de forma especial ocurre con la virtud de la castidad; porque es virtud delicada y tierna. 


Compara el Santo Fray Gil la virtud de la castidad con un espejo que ante un aliento se empaña y pierde su lustre y resplandor. Es fundamental andar con mucho recato mortificando los sentidos, cortando y atajando los malos pensamientos, así como huyendo de la ocasión. Porque así como la llama deja rastro de sí dondequiera que toca, más, según más se detiene, y si no quemó, a lo menos tiznó, así estas cosas, sino llegan a quemar bastan para tiznar el alma y despertar imaginaciones y pensamientos contrarios a la castidad.

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