martes, 9 de diciembre de 2014

Sobre la mortificación interior

           


          La mortificación interior nos libra del apego desordenado a nuestra propia voluntad.

          La mortificación externa como interna son necesarias para la perfección, con la diferencia que en la externa nos debe guiar la discreción, pero para la interna no hace falta discreción sino fervor.

          Todo apego a nosotros mismos nos impide la perfecta unión con Dios. Hay que tomar con voluntad firme el asunto de contrariar nuestras pasiones y de no dejarnos dominar por ellas.

          Tratando de mortificar el amor propio en poco tiempo podemos avanzar mucho en el camino de la santidad, sin peligros de quebrantar la salud, ni de soberbia, porque solo Dios es testigo de nuestros actos. “Día que se pasa sin un acto de mortificación interior es un día perdido” decía Santa María Magdalena de Pazzi, porque como dice San Bernardo “por más que revuelvas la vida de Jesucristo nunca lo encontrarás sin la Cruz”.


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