domingo, 28 de diciembre de 2014

El trono del Niño (II)

          A todo esto, charlando, charlando, se nos pasaban las horas. Yo meditaba las palabras del Ángel, y de ven en cuando me respondía…

          --De acuerdo, Rafael. Tienes razón. Nunca se me ocurrirá pensar que Dios se ha fijado en mí por mis méritos. Pero podría haber buscado a un burro con más experiencia. Yo todavía no he empezado a trabajar. ¿Sabes que eres tú el primero que se me ha montado encima?

          --Sí que lo sabía. Y, como soy un ángel, puede decirse que sigues aún sin estrenar. ¿Por qué crees que no sientes ningún cansancio? Pero no le des vueltas, borrico: Dios va a ser tu único pasajero, y lo llevarás siempre por los caminos de Israel. ¡Qué gran aventura te espera, Moreno!

          --Ya. Desde luego que es estupendo… Pero entonces ¿no voy a tener un establo propio, ni una tierra donde descansar?

          --Yavé te dará el ciento por uno en establos, en tierras, en caminos y en estrellas a las que seguir… Es verdad que también te caerá alguna pedrada; pero no te preocupes: no te apuntan a ti, sino al que llevas encima. Será un gran honor para tu piel de burro sufrir los golpes destinados a Jesús, y poder mostrar las cicatrices de esas heridas. ¿No te parece?

          (Adaptación de "El Belén que puso Dios")

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