lunes, 3 de noviembre de 2014

"Yo soy la luz del mundo"


          Sin oración no hay luz. “El que tiene cerrados los ojos, escribe S Agustín, no puede ver el camino que lleva a la patria”.

          Las verdades eternas son realidades espirituales que no se ven con los ojos del cuerpo, sino con los ojos del alma, es decir con el pensamiento y la consideración. Ahora bien, el que no hace oración mental no las puede ver, y , por consiguiente, tampoco ve la importancia de la salvación ni de la vida de entrega a Dios, ni los medios que debe tomar para conseguir la salvación y poder responder a la vocación.


          “La tierra está desolada porque no hay quien reflexione” (Jr. 12,11). En cambio dice Dios, nuestro Señor que cuando se tienen los ojos puestos en las verdades de la fe, en la eternidad, se cae menos en el pecado, y se es más generoso con el Señor: “Acuérdate de tus postrimerías y no pecarás jamás” (Ecli 7,40); “acercaos a Dios y series iluminados” dice el propeta David (Sal 33, 6), porque como dice San Buenaventura, la oración es una antorcha, porque ella nos habla de Dios y nos ilumina para que acertemos con el camino. “tu palabra es la luz que ilumina mis pasos” (Sal 118, 105)


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