jueves, 18 de mayo de 2017

No debieran preocupar a nadie que haya leído los Evangelios


El cluniacense se agitó, inquieto, en su asiento, y Esteban prosiguió:

- Los Evangelios contienen la biografía de un Hombre que fue por el mundo haciendo el bien. ¡Ya sabéis como el mundo se lo pagó! Le llamaron “bebedor de vino”, “amigo de los pecadores y publicanos”, le vituperaron juzgándole poseído por el demonio, le insultaron como violador de la Ley y sus propios parientes le mimaron como a un loco. Ese Hombre fue quien dijo: “Venid y seguidme”, y es a ese Hombre a quien nosotros intentamos seguir.


Esta es nuestra respuesta final a todos los ataques, Pedro. Ya sé que se nos considera unos imbéciles. Sé también que hay quienes afirman que hemos rebajado el significado de la Regla, de la naturaleza del hombre y de la dignidad del sacerdote. He oído al mundo reírse de lo que llama nuestro “fariseísmo”. Pero, tras el primer dolor de la sensibilidad natural, los comentarios, por acerbos que sean, dejan de preocuparme, como no debieran preocupar a nadie que haya leído los Evangelios.

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond).

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