jueves, 25 de febrero de 2016

La Regla. Tres monjes rebeldes (VIII)


El abad Bernardo percibió en los ojos de aquel muchacho de quince años el ardor de su alma por la Caballería, y tomó la decisión de convertirlo en una verdadera hoguera, con la ayuda de Dios.

- Hijo mío, habéis de tomar la Regla como vuestra espada, vuestro escudo y vuestra cota de malla.

El rostro de Roberto se iluminó. Aquellos términos le resultaban conocidos.

- La Regla representará todo eso para vos, hijo mío, solo con que los viváis así. Creedme cuando os digo que no se trata sólo de un broquel con qué defenderse, sino de un arma de dos filos para el ataque. Vivir la Regla, hijo, y no sólo estaréis a salvo, sino que seréis santo; seréis un caballero de Dios.

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

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