martes, 26 de enero de 2016

La pobreza fundamento de la perfección evangélica


"Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5,3). Fueron con estas palabras con las que el divino Redentor comenzó el Sermón de la Montaña, poniéndola como la primera de la Bienaventuranza. Y no sólo de palabra, sino con obras nos enseña, y así nos enseña naciendo desde la cátedra del pesebre. Eso nos enseña en el establo, como es menester el heno y el vaho de los animales para calentarle. Es también la postrera lección que nos enseña desde la cátedra de la cruz, muriendo desnudo. Y así fue toda su vida, hasta el punto que dijo "los zorros tienen cuevas, y los pájaros nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (Mt,8, 20). El Señor quiso echar por fundamento de la perfección evangélica la pobreza, "Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que tienes y dalo a los pobres" (Mt 19,21).


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