martes, 27 de septiembre de 2016

Ser de Dios, no ser de sí mismo


Comenzamos un nuevo curso con la sección, y como primera entrada vamos a colocar la base de lo que consistiría una auténtica vida espiritual y en este sentido creo que resulta luminoso el número 42 de la Lumen Gentium que nos muestra las notas esenciales de ese crecimiento del Amor de Dios en el alma, y que transcribimos literalmente: "Dios es caridad, y el que permanece en la caridad permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4, 16). Y Dios difundió su caridad en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado (cf. Rm 5, 5). Por consiguiente, el primero y más imprescindible don es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por El. Pero, a fin de que la caridad crezca en el alma como una buena semilla y fructifique, todo fiel debe escuchar de buena gana la palabra de Dios y poner por obra su voluntad con la ayuda de la gracia. Participar frecuentemente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, y en las funciones sagradas. Aplicarse asiduamente a la oración, a la abnegación de sí mismo, al solícito servicio de los hermanos y al ejercicio de todas las virtudes. Pues la caridad, como vínculo de perfección y plenitud de la ley (cf. Col 3, 14; Rm 3, 10), rige todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin. De ahí que la caridad para con Dios y para con el prójimo sea el signo distintivo del verdadero discípulo de Cristo."


Se destaca dentro de la vida de crecimiento del amor en el alma tres actitudes fundamentales y muy unidas entre sí, porque son el núcleo íntimo del ser cristiano y la profunda sintonía del ser cristiano, a saber: "Ser de Dios, que tiene su momento fundamental en la vida de oración , no ser de sí mismo, es la dimensión de abnegación cristiana, de renuncia exterior e interior que tiene su momento fuerte en la cruz, y la tercera actitud ser para los hermanos, el apostolado". 

Ser de Dios, no ser de sí mismo y ser para los demás son la actitud fundamental de la toda vida que seriamente aspire a la santidad.

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