“Los
hermanos trapenses usan un burdo sayal de paño áspero y duro,
se lo ponen
cuando profesan y les amortajan con él….;
en mi habitación veo colgadas unas
corbatas de seda…;
serio motivo de meditación y al mismo tiempo pequeñez que
nos hace sonrojar, comprendiendo que se puede ocultar la más necia vanidad
en
un absurdo pedazo de trapo”.
(Saber Esperar, S. Rafael Arnaiz.)
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