Pero dirá alguno: “¿Quién
pensará en ellos, pues están necesitados?” Pesará vuestro Padre, que está en
los cielos. Piensa en ellos Aquel que no deja perecer un lirio del campo o una
hierba si así no lo ha predispuesto.
“Además, yo mismo podría
encontrarles algún bienhechor, alegrarlos algo, y aún trabajaría más en el sagrado
ministerio para hacer de modo que estén provistos de todo”. Pero dime, ¿has
venido tú a la Congregación para ganar dinero? ¿Quieres que se tenga en la
Congregación alguno que busca sólo ganancia material? Si alguno me quisiese
aconsejar de este modo, le diría: Vade
retro, satana; me he entregado al Señor, y debo buscar la salvación de las almas para el
Señor. Salvar almas: ésta debe ser nuestra única ganancia.
¡Oh,
cuántas vocaciones ha hecho ya perder este
desordenado amor a los padres! Muchas veces se pierde la vocación en
vacaciones, en aquellas casas donde parece no haber ni siquiera sombra de
peligro; sólo porque el afecto que los parientes nos demuestran hacen que
nosotros, con la esperanza de ayudarles, quedemos cerca de ellos o nos hagamos
sacerdotes fuera de la religión. Pero los sacerdotes hechos de este modo salen
más comerciantes y negociantes que sacerdotes de Nuestro Señor Jesucristo.
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