Esta era la vida de la Virgen, la consagración de María al
Verbo. La consagración de María a Jesús. Supremo ideal de nuestra consagración.
Podemos pensar que la Virgen en aquel momento de adoración en
Belén tuvo una plegaria virginal: “Jesús, que haya siempre en el mundo personas
que se consagren como yo. Cuyos ojos sean sólo para mirarte, cuyos labios sean
sólo para besarte, cuyas manos sean sólo para cuidarte, cuyo corazón sea sólo
para amarte”.
Y de esta plegaria virginal de María nació el sacerdocio,
nació la vida virginal. Perpetuación del oficio de María en el mundo.
(En el Corazón de Cristo, P. Mendizábal).
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