“Y José tomó el cuerpo, lo envolvió en un lienzo limpio y lo puso en su
sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran
piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. Estaban allí María Magdalena y
la otra María, sentadas frente al sepulcro”. (Mt 27, 59-61)
Al
contemplar a Jesús puesto en el sepulcro presentamos al Señor a todos los
sacerdotes y consagrados que silenciosamente, sin ruido ni artificios, sin
propaganda hacen tanto bien a las almas para que el Señor los siga bendiciendo
y protegiendo. Presentamos también a todos aquellos que han muerto para que el
Señor los juzgue según su infinita misericordia y no se acuerde de los pecados
de quienes le sirvieron en esta vida. Pedimos especialmente y que nuestra
oración sirva de reparación por aquellos sacerdotes y consagrados que se
encuentran en el purgatorio para que por la comunión de los santos puedan gozar
pronto de la gloria de los santos.
Reparemos
el Corazón de Jesús, llagado por aquellos sacerdotes y consagrados que murieron
en pecado sin arrepentimiento ni contrición de sus pecados, y estarán por toda
la eternidad alejados del Amor de Dios.
(Sacerdotes de la
Iglesia del Salvador, Toledo)
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