Ya he llegado a la cima del Calvario donde voy a entregarme a
la muerte.
Ya me colocan y clavan en la Cruz… ¡Nada tengo!..., ni aun libertad
para mover un pie… Pero no son los clavos, sino el Amor el que me sujeta.
Por
eso no sale de mis labios ni una queja, ni un suspiro.
Almas que estáis clavadas en la cruz de la religión
y sujetas
con los clavos del amor que son vuestros votos.
No os quejéis, no murmuréis
cuando estos clavos benditos
os desgarren las manos y los pies.
Venid y besad
los míos: aquí encontraréis fuerza.
(Un llamamiento al Amor)
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