No
hablar con ninguno quiere decir no hablar con vuestros compañeros, no hablar
con quien no sabe o no quiere aconsejar bien. ¿Pero tenéis miedo de reventar?
¿Y no están ahí vuestros superiores, qui pro animabus vestris, rationem sunt reddituri?
¿Nace
alguna duda? Ahí está el director de los novicios. A él podéis manifestaros,
abrirle enteramente el corazón.
¿Y
si se fuese a alguna persona de fuera? ¿Si se pidiese consejo al propio
párroco, a algún pariente sacerdote, canónigo o parecido? Si os aconsejase
esto, cometería un desatino. No os
aconsejéis con personas extrañas a
la Congregación. Ellas, en primer lugar, no son las que Dios ha establecido
para aconsejaros; para esto están únicamente vuestros superiores, qui, lo
repito, qui pro animabus vestris rationem sunt reddituri. En segundo lugar,
dichas personas, aunque dotadas de mucha ciencia teológica y de santidad, en
general no están preparadas para daros un consejo, ya porque no conocen lo
interior de vuestra alma, ya porque no comprenden lo que es una congregación,
ya porque muchas veces también ellos son movidos por motivos terrenos, humanos,
de interés o de parentela.
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