“Llegada la hora sexta, la oscuridad cayó sobre la tierra hasta la hora
nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: “Eloí, Eloí, ¿lama sabactani?,
que quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” Pero Jesús,
lanzando un fuerte grito, expiró”. (Mc. 15, 33-34,37).
“Todo está cumplido” –dijo Jesús antes de
expirar. Realizó hasta el fin la voluntad del Padre. Pedimos para que los
sacerdotes y consagrados no tenga más motivación en su vida que hacer la
voluntad de Dios a semejanza de Cristo Sacerdote y de la Virgen Corredentora.
Presentamos al Señor también a todos los sacerdotes y consagrados que en países
de misión ponen en peligro su salud y hasta la propia vida por el anuncio de la
Evangelio.
Al
contemplar la humildad del Hijo de Dios que se hizo obediente hasta la muerte,
reparamos por los sacerdotes y consagrados que han abandonado su vocación por
miedo a la cruz. También reparamos por aquellos que han apostado de la fe
o la han adulterado desfigurando el rostro de Cristo Crucificado.
(Sacerdotes de la Iglesia del Salvador, Toledo)
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