jueves, 27 de noviembre de 2014

Santa Maravillas de Jesús (II)


La gripe de 1918, el famoso “catarro universal” es lo que por fin toca el corazón de la Marquesa viuda de Pidal. Maravillas cae gravemente enferma, y su madre piensa que si se le muere se quedará sin ella, mucho más que sí se fuese al convento. Por fin se decide y habla con su hija:
-      “Oye Maravillas, ¿tú sigues pensando lo mismo?”
Maravillas no cree lo que está oyendo, y duda si hablar.
-      Pues mira, si no me lo dices ahora, no cuentes con que tenga valor para volverte hablar de ello nunca.
Viendo ya en esta respuesta de su madre la voluntad de Dios, Maravillas habla. Para Maravillas había llegado la hora tan deseada, pero no dejaba de ser la hora del sacrificio. La gracia no destruye la naturaleza: “Con toda mi alma hago el sacrificio de la separación de mi madre, pero ¡cuánto cuesta!
Ella está decidida a realizar su vocación cuanto antes. Su corazón sangraba, al pensar que dejaba a su madre sola. La marquesa de Pidal, una vez dado el permiso, no se volverá atrás, y muestra su grandeza de alma al sacrificar su propia satisfacción y el cariño y el cuidado que podía esperar de su hija por entregársela al Señor.

Dios nunca se deja vencer en generosidad. Su hija, desde el convento, le proporcionaría alegrías más profundas de las que en el mundo podría haber esperado.

(Si tu le dejas. Vida de la Madre Maravillas de Jesús).


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