Era en las veladas nocturnas
cuando le hablaba de su vocación a su padre, del gran vacío que le dejan las
cosas del mundo y de sus ansias de darse a Dios en un convento de clausura.
“Yo comprendí que el mundo no
tenía
con que saciar mi pobre corazón
me enamoré del Hijo de María
y le entregué para siempre mi
amor.”
Sin embargo, su padre muere.
Maravillas duda que hacer, y cuánto más tiempo pasa, más difícil le parece
dejar a su madre. De vez en cuando la tantea:
- ¿Sabes
que la señora N. ha dejado entrar monja a su hija? Va a entrar en el Sagrado
Corazón.
Su madre por todo comentario le
contesta:
- Poca
falta le haría.
Años después la Madre
Maravillas lo contaba a sus hijas, y se reía diciendo: “Me salió mal la
indirecta”.
(Si tú le dejas. Vida de la Madre Maravillas de Jesús).
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