¡Cuánta poesía llenaba mi alma a la
vista de todas aquellas cosas que yo admiraba por primera y última vez en mi vida! Pero las veía
desaparecer sin pena. Mi corazón suspiraba por otras maravillas. Ya había
contemplado bastante las bellezas de la tierra, las del cielo eran el objeto de
mis deseos. ¡Y para hacérselas gozar a las almas, deseaba convertirme en
prisionera!
(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita
del Niño Jesús).
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