Partí a Bayeux, a presentarme al Obispo. Yo, que no tenía
nunca necesidad de hablar, si no era para responder a las preguntas que se me
hacían, iba a verme obligada a explicar por mí misma el motivo de mi visita, a
exponer las razones que me impulsaban a solicitar la entrada en el Carmelo.
¡Cuánto me costó aquel viaje! Hubo de concederme Dios una
gracia especialísima para poder vencer mi gran timidez… Es también mucha verdad
que “el amor nunca halla imposibles, pues todo le parece posible y permitido”.
Sólo el amor de Jesús, ciertamente, podía hacerme vencer aquellas dificultades
y las que siguieron, pues plugo a Dios hacerme comprar el logro de mi vocación
a costa de grandísimas tribulaciones.
(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita
del Niño Jesús).
No hay comentarios:
Publicar un comentario