Cuando se piensa que la humanidad se ha
redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan
cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede
realizar.
Cuando se piensa que el mundo moriría de la
peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino.
Cuando se piensa que eso puede ocurrir,
porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se
conmoverán los cielos y estallará la Tierra, como si la mano de Dios hubiera
dejado de sostenerla; y las gentes gritarán de hambre y de angustia, y pedirán ese
pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas, y no
habrá quien las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los
espantos.
Cuando se piensa que un sacerdote hace más
falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico,
más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede
reemplazarlo a él.
(Hugo Wast, Devocionario Católico)
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