2º Si el Señor no os
hubiese llamado a este estado, no os hubiese dado el deseo iluminado de
buscarlo ni la voluntad de abrazarlo; no os habría puesto en las circunstancias
de poder seguir vuestro deseo; no os habría hecho probar el placer y la paz que
habéis sentido cuando supisteis que habíais sido aceptados. No penséis que
éstas sean razones de poca importancia; son razones esenciales. Dios es dueño
de todas las cosas, como de cada uno de nuestros pensamientos.
“Es, pues, del todo cierto
que todos nosotros hemos sido llamados a este estado?” Es del todo cierto. El
poner en duda esto sería poner en duda lo que el Señor ha hecho. Estad, pues,
todos tranquilos y ciertos de que vuestra vocación es segura y de que, si observáis las Reglas
de la Congregación, tenéis por delante abierto el camino que os conduce al
cielo.
Creo que cuando uno es
guiado por buen espíritu, es decir, aconsejado en esto por el superior y que no
engaña a los superiores, sino que les abre sinceramente el corazón, éste,
entrando en el noviciado, tiene ya cierta su vocación.
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