Empieza el año 2015. ¿Qué me prepara Dios en él?..., no lo sé…,
quizá no me importe; menos ofenderle, me da lo mismo todo…, soy de Dios, que
haga conmigo lo que quiera.
Yo hoy le ofrezco un nuevo año en el que no quiero que reine
más que una vida de sacrificio, abnegación, de desprendimiento, y guiada solamente
por el amor de Jesús…, por un amor muy grande y muy puro.
¡Señor, cuánto quisiera amarte! ¡Ayúdame, Madre mía!
(Adaptación de “Saber Esperar”, San Rafael Arnaiz).
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