4. Espero de vosotros, además, lo que pido a todos los
miembros de la Iglesia: salir de sí mismos para ir a las periferias
existenciales. «Id al mundo entero», fue la última palabra que Jesús dirigió a
los suyos, y que sigue dirigiéndonos hoy a todos nosotros
(cf. Mc 16,15). Hay toda una humanidad que espera: personas que han perdido
toda esperanza, familias en dificultad, niños abandonados, jóvenes sin futuro
alguno, enfermos y ancianos abandonados, ricos hartos de bienes y con el
corazón vacío, hombres y mujeres en busca del sentido de la vida, sedientos de
lo divino...
No os repleguéis en vosotros mismos, no dejéis que las
pequeñas peleas de casa os asfixien, no quedéis prisioneros de vuestros
problemas. Estos se resolverán si vais fuera a ayudar a otros a resolver sus
problemas y anunciar la Buena Nueva. Encontraréis la vida dando la vida, la
esperanza dando esperanza, el amor amando.
Espero de vosotros gestos concretos de acogida a los
refugiados, de cercanía a los pobres, de creatividad en la catequesis, en el
anuncio del Evangelio, en la iniciación a la vida de oración. Por tanto, espero
que se aligeren las estructuras, se reutilicen las grandes casas en favor de
obras más acordes a las necesidades actuales de evangelización y de caridad, se
adapten las obras a las nuevas necesidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario