Aprovechemos
esas cosas pequeñas de la vida diaria, de la vida vulgar; no hace falta para
ser grandes santos, grandes cosas, basta el hacer grandes las cosas pequeñas.
En el mundo se desaprovecha mucho, pero es que el mundo distrae.
Tanto
vale en el mundo amar a Dios en el hablar, como en la Trapa en el silencio; la
cuestión es hacer algo por Él… acordarse de Él…., el sitio, el lugar, la
ocupación, es indiferente. Dios me puede hacer tan santo patatas como
gobernando imperios.
¡Qué pena
que el mundo esté tan distraído!... porque he visto que los hombres no son tan
malos…., y que todos sufren, pero no saben sufrir…; si por encima de esa capa
de falsa alegría con que el mundo oculta sus lágrimas, si por encima de la
frivolidad, si por encima de la ignorancia de lo que es Dios, elevaran un poco
los ojos a lo alto…., seguramente les ocurriría lo que al fraile de los
nabos…., muchas lágrimas se enjugarían, muchas penas se endulzarían, y muchas
cruces se amarían para poder ofrecerlas a Cristo.
(S.
Rafael Arnaiz, Saber Esperar)
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