“Cuando
oigo decir que es lo mismo servir a Dios en el claustro que en el mundo, no
puedo por menos de sonreírme, pues veo claramente que el mundo es un enemigo de
Dios, y con un enemigo de Dios no se puede hacer ningún pacto, por pequeño que
sea.
Si algunos
les parece cobardía dejar el mundo y sus criaturas, por seguir a Jesús, también
a veces es cobardía y mucho mayor el no atreverse a dar el salto.
Yo digo:
si aquel joven que se acercó a Jesús para seguirle, no se hubiese asustado del
salto que tenía que dar por encima de sus padres, de su hacienda, y se hubiese
decidido y tenido coraje para saltar por todo…., Jesús seguramente no se
hubiese entristecido”
(Saber Esperar, S. Rafael Arnaiz.)
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