La Virgen quería que se perpetuase la virginidad en el mundo
porque si Jesucristo nació de la Virgen allí en Belén, es ley general que también
ahora en su nacimiento en las almas, Jesucristo siga naciendo de vírgenes.
Por eso, la Iglesia tiene tanto aprecio de la virginidad,
porque es la que hace Madre de Cristo, hace que Jesucristo sea engendrado en
las almas.
Lo decía precisamente S. Gregorio Magno a las jóvenes: “Jóvenes,
sed vírgenes para que también seáis vosotras Madres de Cristo”.
Y ¿cómo podemos nosotros engendrar a Cristo en nosotros y en
los demás? Por nuestra virginidad, nuestra consagración total a Él.
(En el Corazón de Cristo, P. Mendizábal).
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