Me he acostumbrado muy bien a la Regla, que a primera vista y
desde fuera, parece muy dura, pero aquí lo único duro es la cama…, lo demás es
austero, pero no inhumano, ni mucho menos… Si vieras qué paz se respira tan
grande, esa silenciosa alegría que flota en la Abadía, y que no se puede
explicar, porque esa alegría y esa paz es Dios que reina en la casa, y Él es el
único punto de mira de la vida
monástica. Alrededor del Sagrario gira toda la actividad del monje
cisterciense; los oficios divinos en el coro no cansan nunca; las horas que se
pasan en la Iglesia nos parecen minutos…, la fe nos dice que estamos alabando a
Dios, y Dios está allí, muy cerca, a unos pasos en el Sagrario.
(S.
Rafael Arnaíz, Saber Esperar)
No hay comentarios:
Publicar un comentario