Entrando en una iglesia, en la cual oía cada día misa mayor, y
las vísperas y completas, todo cantado, sintiendo en ello grande consolación…
Le vino un pensamiento recio que le molestó, representándosele la dificultad de
su vida, como si le dijeran dentro del ánima: “¿Y cómo podrás tú sufrir esta
vida setenta años que has de vivir?” Mas a esto le respondió también
interiormente con grande fuerza (sintiendo que era el enemigo): “¡Oh,
miserable! ¿Puédesme tú prometer una hora de vida?” Y así venció la tentación.
(S. Ignacio de Loyola, P. Casanova).
No hay comentarios:
Publicar un comentario