Ignacio
usaba de una reserva y gradación muy considerada en descubrir todo su plan a
los compañeros que ganaba. Lo primero y fundamental era decidirles a entregarse
del todo a Dios. Lo cual quedó después como un canon, al fundarse la Compañía,
en el cual se dice al candidato, que el pensamiento de los fundadores fue el de
reunir hombres que estuviesen determinados a servir a Dios en toda perfección,
en un lugar o en otro, y por tanto, dispuestos a romper todos los lazos con el
mundo, aun antes de ser admitidos en la Compañía. Después descubría Ignacio el pensamiento de formar un grupo apostólico
dedicado a la salvación de las almas. Finalmente, cuando ya el hombre se había
entregado de corazón a tal vida, y únicamente entonces, el fundador le decía
que había ya otros compañeros que pensaban y sentían lo mismo. Es imponderable
el consuelo y la alegría que esto causaba a todos, como nos lo cuenta el P.
Simón Rodríguez. Además, así tomaba cada uno sus resoluciones con plena
libertad.
(S. Ignacio de Loyola, P. Casanova).
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