Hay
un proverbio chino que dice “el hombre que no sabe sonreír no debe abrir nunca
una tienda”.
La
sonrisa sincera nace de un corazón puro, “ten buena conciencia y siempre
tendrás alegría” dice el Kempis. Grande es el valor de una sonrisa, que no
cuesta nada pero crea mucho. Enriquecen a quienes la reciben, sin empobrecer a
quien la da. Crea felicidad en el hogar, alienta la buena voluntad en los
negocios y es contraseña entre los amigos.
Cuando
una vida adolece de sonrisas falta la limpieza de corazón y la buena
conciencia.
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