Antes de oír hablar a una persona
no alabes a nadie, porque la palabra es la prueba del hombre.
"El horno prueba los vasos del alfarero, la prueba del hombre es su
conversación" (Eclo. 26, 6).
Hay
varios defectos que suelen aparecer en el hablar cuando este va con falta de
caridad.
1º)
Monopolizar
la conversación, son las personas que solo hablan, hablan y hablan, que
hasta hastían, que aburren y que parece que solo es importante lo que ellos
dicen.
2º)
Hablar
a gritos de manera que atronan los oídos. Las personas que aspiran a
hacerse notar o a "imponer" sus opiniones a base de gritos son
personas que no saben que el Amor incluso se propone, pero no se impone, y que
la verdad tiene tanta fuerza que se "abre paso con suavidad".
3º)
Emplear
palabrotas o frases grotescas, que es señal de poca cultura y
educación. Nuestro lenguaje siempre ha de ser decente y respetuoso sin
estridencias y mucho menos lleno de palabrotas. El Señor modelo de todo siempre
hablo sin estridencias, nunca un enfado, o para imponer una idea justifica
frases o palabras grotescas, tacos o similares. Las palabrotas son
manifestación normalmente de la ira o de la impaciencia.
4º)
El
criticar o murmurar es la gran lacra de toda conversación. La
murmuración y ya la difamación, la calumnia y los pecados de la lengua no los
permitamos jamás en nuestra presencia. Si no hay nada bueno que decir de una
persona, mejor no decir nada. Persona que murmura o difama muestra que su
corazón está enfermo. Hay que huir de la peste de la difamación y también de
los ambientes o personas que lo hacen.
Si
guardáramos estas cuatro sencillas reglas que han de nacer del corazón nuestra
conversación sería en todo momento sencilla, agradable y provechosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario