Los compañeros de Ignacio nunca habían pensado era
constituirse en religión canónica bajo obediencia; pues les parecía que esto
podía ser un estorbo para el espíritu apostólico de que todos se sentían
compenetrados. Claramente confiesan este punto el P. Laínez y luego el P.
Polanco. En esto iba Ignacio mucho más allá que ellos.
El hombre que sentía más que todos el
espíritu apostólico, había de ser el más profundo y convencido doctor de la
obediencia, y entendía que, no sólo no se habían de estorbar estas dos cosas en
una religión, sino que, al contrario, la obediencia sería la luz y la fuerza de
toda empresa apostólica a mayor gloria de Dios.
(S. Ignacio de Loyola, P. Casanova).
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