Las
palabras de Santa Isabel encienden en el espíritu de la Stma Virgen María un
cántico de alabanza que es una auténtica y profunda lectura de la historia a la
luz de la fe.
En
primer lugar, la Stma. Virgen María reconoce la grandeza de Dios, es el primer
e indispensable sentimiento de la fe, el sentimiento que da seguridad a la
criatura humana y la libera del miedo, incluso en medio de los avatares de la
historia. Uno es grande en la medida de
su confianza en Dios, y esa es la razón de nuestra alegría, somos queridos por
Dios, y con confianza firme nos dejamos en sus manos.
La
Stma. Virgen María ve con los ojos de la fe la obra de Dios en la historia. Por
eso es santa, porque ha creído, "Dichosa tú porque has creído que lo que
te ha dicho el Señor se cumplirá". Por la fe acoge la palabra del Señor y
concibe al Verbo Encarnado.
La
fe le hace ver que los tronos de los poderosos de este mundo son vanidad, mientras
que el trono de Dios es la única roca firme. Su Magnificat permanece como la más verdadera
y profunda interpretación de la historia. Lo que no vale para la eternidad es
vanidad, y en esta vida solo fatiga.
Llevemos
siempre el Magnificat en el corazón. Llevemos con nosotros los mismos
sentimientos de alabanza y de acción de gracias de María hacia el Señor, su fe
y su esperanza, su abandono en manos de Providencia. Sólo acogiendo el amor de
Dios y haciendo nuestra existencia un servicio generoso por amor a Dios y las
almas podremos elevar con alegría un canto de alabanza al Señor.
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