¡Navidad! ¡Fiesta del Cielo, fiesta en el alma… fiesta en el
hogar! De muchas maneras se puede celebrar la fiesta de las fiestas… De muchas
maneras se puede esperar al Dios que va a nacer entre los hombres. De muchas
maneras celebra el mundo el acontecimiento de la llegada de Dios.
Es la primera vez, en mis veinticinco años, que no estoy en
casa de mis padres durante la Navidad. Voy a celebrarla este año en una Trapa,
de muy diferente manera que otras veces. No sé si mejor o peor, sólo sé que con
más austeridad y mayor recogimiento.
¡Navidad! ¡Cuántas cosas me recuerda! Es estos días luchará mi
alma de monje que sólo busca el amor de Jesús en el silencio y la soledad, y mi
alma de hombre sensible, aún no muerta a los quereres humanos, y que en su
flaqueza añora el calor de la Navidad entre los suyos, en su casa; con sus
padres, sus hermanos…
Ahora es distinto; ahora, Dios no me admite ni el turrón ni el
mazapán, ni músicas ni cantares...; ahora Dios me pide más. Me pide algo que ya
le he dado…, pues se lo he dado todo, y cuando Jesús Niño me llame a adorarle
en el Portal, no sabré que ofrecerle…, le ofreceré eso, nada.
(Saber Esperar, S. Rafael Arnaiz).
Exelente
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