martes, 16 de diciembre de 2014

Conferencia de S. Juan Bosco a unos novicios (I)

Saco estos pensamientos del evangelio de esta semana. En la Santa Misa, leyendo el evangelio, esta mañana me puse a considerar un momento estas palabras: El reino de Dios es semejante a un negociante que va en busca de perlas preciosas y, habiendo encontrado una, va, vende todo lo que tiene para comprarla. ¿Cuál es esta perla preciosa? Esta perla tiene muchos significados. Puede entenderse, en general de las virtudes. Pues ¿qué perla más preciosa se puede poseer jamás? En particular, muchos por esta perla preciosa entienden la fe, pues cuando uno la ha encontrado, es afortunado, ya que con ella puede poseer el reino de Dios. Para vosotros es perla preciosa la instrucción que habéis recibido en gran abundancia y podéis aún recibir, sea instrucción literaria, sea religiosa. Y no a todos es dado adquirir tantos conocimientos, que os pueden servir de gran utilidad para toda la vida.

         Sin embargo, hablando con jóvenes, no encuentro otra perla que puedan buscar más preciosa que el conocer la propia vocación, máxime si son llamados al altar.


         Sí, la vocación al estado eclesiástico y religioso es perla tan preciosa que me parece que no se puede encontrar otra que se pueda comparar con ella. Tened en cuenta, sin embargo, que cuando se procura buscar una perla y retenerla, no se quiere decir que se desprecien las otras, no; digo que ésta es tan preciosa que nosotros debemos buscarla con gran solicitud, porque si se posee ésa, se poseerán otra muchas juntamente; no puede estar sola, sino que ella trae tras de sí muchas virtudes, de forma que se puede decir exactamente de ella lo que se lee en la Sagrada Escritura: Vinieron a mí todas las cosas buenas junto con ella.

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