“He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”, “El
que tenga sed que venga a mí, y yo le daré a beber vida eterna” “Jesús pasó por
la tierra haciendo el bien, curando a los oprimidos por el diablo”, “El
Espíritu del Señor está sobre mí, el me ha ungido para proclamar la buena
noticia, el mensaje de salvación”. “No tengáis miedo, yo os haré pescadores de
hombre”, “Jesús recorría ciudades y aldeas enseñando”, “Conviene que un hombre
muera para salvar al pueblo”, “El buen pastor da la vida por las ovejas”, “Id al
mundo entero, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he enseñado”… esta fue la misión
del Hijo de Dios en la tierra, y una vez que ascendió al cielo dejó al Espíritu
Santo para que eligiera a hombres que mantuvieran su presencia en este mundo.
El mismo Jesús que recorría los caminos de Jerusalén se hace presente hoy en
día por medio de sus sacerdotes.
Los sacramentos son las fuentes de las que mana esta vida de
gracia: “bautiza Juan, es Cristo quien bautiza; bautiza Pedro, es Cristo quien
bautiza; bautiza Judas, es Cristo quien bautiza” (S. Agustín)… Cristo se hace presente,
su corazón no deja de amar y de dispensar la gracia a todos los hombres.
Jesucristo se vale de simples hombres para continuar su misión, su corazón
busca hombres valientes y decididos que escuchen su llamada, que se dejen
cautivar, que se entreguen al servicio de la humanidad.
“Solo
sabremos lo que es ser sacerdote cuando estemos en el paraíso” (Sto. Cura de
Ars)
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