A
todo esto, charlando, charlando, se nos pasaban las horas. Yo meditaba las
palabras del Ángel, y de ven en cuando me respondía…
--De
acuerdo, Rafael. Tienes razón. Nunca se me ocurrirá pensar que Dios se ha
fijado en mí por mis méritos. Pero podría haber buscado a un burro con más
experiencia. Yo todavía no he empezado a trabajar. ¿Sabes que eres tú el
primero que se me ha montado encima?
--Sí
que lo sabía. Y, como soy un ángel, puede decirse que sigues aún sin estrenar.
¿Por qué crees que no sientes ningún cansancio? Pero no le des vueltas,
borrico: Dios va a ser tu único pasajero, y lo llevarás siempre por los caminos
de Israel. ¡Qué gran aventura te espera, Moreno!
--Ya.
Desde luego que es estupendo… Pero entonces ¿no voy a tener un establo propio,
ni una tierra donde descansar?
--Yavé
te dará el ciento por uno en establos, en tierras, en caminos y en estrellas a
las que seguir… Es verdad que también te caerá alguna pedrada; pero no te
preocupes: no te apuntan a ti, sino al que llevas encima. Será un gran honor
para tu piel de burro sufrir los golpes destinados a Jesús, y poder mostrar las
cicatrices de esas heridas. ¿No te parece?
(Adaptación
de "El Belén que puso Dios")
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