Empezamos una nueva sección, que como su nombre indica pretende dar algunas pautas prácticas para fomentar la delicadeza que un alma consagrada debe tener con el Señor.
La flor de la delicadeza solo crece en los huertos del amor. El amor es así; capaz de los actos más heroicos y, al mismo tiempo, de las más ingenuas delicadezas. Cuanto más profundiza el amor en un corazón, más delicado lo vuelve; llega a estar todo él impregnado de suavidad y dulzura, y las obras que brotan del mismo son también dulces y exquisitas. El exterior es siempre indicador seguro del interior.
De cuando en cuando encontramos almas que son todo atención y exquisito miramiento con las personas y las cosas, en sus obras y en sus palabras. Tales almas ocultan un secreto: aman.
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Íntimas.
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