Los santos tenían virtudes de proximidad. Santa Teresa del Niño Jesús jamás, jamás se ha lamentado del trabajo, del fastidio que le daba esa religiosa que debía llevar al comedor, todas las tardes: de la capilla al comedor. ¡Jamás! Porque la pobre religiosa era muy anciana, casi paralítica, caminaba mal, tenía dolores —¡también yo la entiendo!—, era también un poco neurótica… Jamás, jamás ha ido a otra religiosa a decir: «¡pero esta como da fastidio!». ¿Qué es lo que hacía? La ayudaba a acomodarse, le llevaba la servilleta, le partía el pan y le hacía una sonrisa. Esto se llama proximidad. ¡Proximidad! Si tú lanzas la bomba de un chismorreo en tu comunidad, esto no es proximidad: ¡esto es hacer la guerra! Esto es alejarte, esto es provocar distancias, provocar anarquismo en la comunidad. Y si, en este Año de la Misericordia, cada uno de vosotros lograse no hacer nunca el terrorista de chismorreos, sería un éxito para la Iglesia, ¡un éxito de grande santidad! ¡Animáos! La proximidad.
(Papa Francisco, Jubileo de la Vida Consagrada. Febrero 2016)
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