¿De dónde sacaron los Santos valor y entereza para soportar tantos géneros de tormentos, de martirios y de muertes, sino de la Pasión de Jesús Crucificado?
Profetizó Isaías que Jesús guardaba silencio, sin abrir siquiera la boca, como el corderito que está mudo delante del que le esquila. ¿Quién podrá decir que padece sin razón al ver a Jesús despedazado por nuestras maldades? ¿Quién rehusará sujetarse a obediencia, so pretexto de que le mortifica, al recordar que Jesús fue obediente hasta morir? ¿Quién se atreverá a hurtar el cuerpo de la humillación viendo a Jesús tratado como loco, como rey de burlas y como malhechor; al verle abofeteado, escupido y clavado en un patíbulo infame?
Profetizó Isaías que Jesús guardaba silencio, sin abrir siquiera la boca, como el corderito que está mudo delante del que le esquila. ¿Quién podrá decir que padece sin razón al ver a Jesús despedazado por nuestras maldades? ¿Quién rehusará sujetarse a obediencia, so pretexto de que le mortifica, al recordar que Jesús fue obediente hasta morir? ¿Quién se atreverá a hurtar el cuerpo de la humillación viendo a Jesús tratado como loco, como rey de burlas y como malhechor; al verle abofeteado, escupido y clavado en un patíbulo infame?
Y ¿quién podrá amar a las criaturas y olvidarse del amor de Jesús al verle morir sumergido en el piélago de dolores y desprecios para ganar nuestro amor?
(El amor del alma, S. Alfonso Mª de Ligorio)
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