domingo, 29 de noviembre de 2015

Ser consagrado es hermoso. Visita Pastoral del Papa Francisco a Nápoles (XI)

«Ser sacerdotes es hermoso». Sí, es hermoso ser sacerdote, y también ser consagrado. Me dirijo primero a los sacerdotes y después a los consagrados.

Comparto con vosotros la sorpresa siempre nueva de ser llamado por el Señor a seguirlo, a estar con Él, a ir hacia la gente llevando su Palabra, su perdón... En verdad es algo grande lo que nos ha pasado, una gracia del Señor que se renueva todos los días. Me imagino que en una realidad ardua como Nápoles, con antiguos y nuevos desafíos, nos tiramos de cabeza para salir al encuentro de las necesidades de muchos hermanos y hermanas, corriendo el riesgo de ser totalmente absorbidos.

Es necesario encontrar siempre el tiempo para estar ante el sagrario, permanecer allí en silencio, para percibir en nosotros la mirada de Jesús, que nos renueva y nos reanima. Y si el estar ante Jesús nos inquieta un poco, es un buen signo, nos hará bien. La oración es precisamente la que nos muestra si estamos caminando por el camino de la vida o el de la mentira, como dice el Salmo (cf. 138, 24), si trabajamos como buenos obreros o nos hemos convertido en «funcionarios», si somos «canales» abiertos, por el cual fluye el amor y la gracia del Señor, o si, en cambio, nos ponemos en el centro a nosotros mismos, acabando por convertirnos en «pantallas» que no ayudan al encuentro con el Señor.


(Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos permanentes en la Catedral, Visita Pastoral del Santo Padre Francisco a Pompeya y Nápoles. Sábado 21 de Marzo de 2015)


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